29 nov 2010

La leyenda negra de Kevin Carter


Había visto la fotografía y me había impactado. Pero no conocía su historia, que me ha removido aún más, si cabe. 

El sudafricano Kevin Carter tomó esta instantánea en Ayod, al sur Sudán, con la intención de denunciar la situación que allí se vivía. Se trataba de un lugar acosado por las hambrunas y la guerra desde la llegada al poder de los radicales islámicos.

La primera versión que escuché decía que Carter se había suicidado por las críticas recibidas a raíz de su pasividad, por haber dejado a la pequeña, agonizante, a merced del buitre.

Cuando conocí la historia me quedé tan impactada que comencé a indagar por la Red, donde encontré posturas que aseguran que las cosas fueron bien diferentes.

De este modo, di con el testimonio de Luis Davilla y José M. Arenzana. Al parecer, Carter llegó al lugar acompañado por el también fotógrafo Joao Silva. Ambos, cada uno por su lado, tomaron fotografías durante toda la mañana, y cuando se reencontraron Carter le describió la escena y se sentó a llorar. Dijo que había esperado 20 minutos a que el buitre entrase en plano, hizo la foto, espantó al ave (aunque este punto no está claro) y se marchó.

Davilla estuvo en la zona unos meses después y tomó fotografías similares, ya que, al parecer, los buitres abundan en la zona. Pero, según los dos españoles, la criatura no yacía en un páramo, como se había dicho, sino que se encontraba a unos 20 metros de la puerta del poblado y rodeada de gente que deambulaba a su alrededor. "Simplemente, esa niña se sentó a defecar", aseguran. Se encontraba en el estercolero de la tribu. 

La imagen provocó (y provoca) un estremecimiento en el espectador que muchos percibieron (y perciben) como "una especie de agresión a su sensibilidad", escribieron Arenzana y Davilla. Y a su conciencia, añado yo. Los heridos sentían que "alguien tenía que pagar por ello. Hasta que Carter, el agresor, pagó su culpa". Pero aun hoy sigue viva la polémica. 

Esta imagen le valió el Premio Pulitzer, un galardón por el que muchos profesionales de los medios venderían su alma (y por el que algunos han llegado a inventarse la historia, como es el caso de Janet Cooke, pero de esto hablaré otro día). Sin embargo, no llegó a disfrutarlo ni un sólo día. Al contrario: llegó a odiar la instantánea hasta el punto de no poder volver a verla. 

Hasta el punto de quitarse la vida... tremendo. Inexplicable. No tengo otras palabras para definirlo. 

Carter ofreció su versión de lo sucedido, pero para entonces su vida ya era un desastre. Había intentado suicidarse, fumaba White Pipe (una mezcla de marihuana, mandrax y barbitúricos), tenía problemas familiares, perdía sus carretes de fotos, sufría depresiones, llevaba una vida caótica y acumulaba numerosas experiencias trágicas, como la muerte de su amigo Oosterbroek en un suburbio de Johannesburgo mientras él concedía una entrevista con motivo de la concesión del galardón. 

A los 33 años, 16 meses después de tomar la foto y tres meses después de perder a su colega, la misma noche que recogió el Premio Pulitzer, dejó una nota, conectó una goma al tubo de escape de su coche y se suicidó.

¿Qué pasaba por la cabeza del fotógrafo mientras era el blanco de semejante linchamiento? Imposible saberlo.

Una fotografía en la que el protagonismo debería habérselo llevado la crítica que en ella se reflejaba, se volvió contra su propio autor.

Aún hoy sigue abierta la polémica. Pero Carter ya no está aquí para defenderse.




  • Aquí las fotos de Carter y Davilla, y el relato de éste y Arenzana.

7 comentarios:

Ana dijo...

Me ha parecido muy muy interesante el post. No tenía ni idea de esa fotografía ni de toda la polémica.
La verdad es que la fotografía es polémica. Y como dices tú, no sabremos qué pudo pasarle por la cabeza para sucidarse, supongo que un cúmulo de drogas y críticas te puede llevar a ello.

Un beso.

Dama del Castillo dijo...

Gracias Ana, Freaky. Me alegro de que os haya gustado la historia y el post. La verdad es que a mí me enganchó y hasta que no lo he soltado no me he podido desprender un poquito de ella, aunque le sigo dando vueltas.

Abrazos.

Anónimo dijo...

Hola!! Fíjate lo que me pasó, ayer cuando pasé por aquí estaba toda estresada por un trabajo que me trae loca pero me llamó la atención este post porque leí "la leyenda negra de Kevin Costner" y ahora que tenía un rato de respiro digo voy a leerlo, porque no tenía ni idea de que ese actor tuviera una leyenda negra y me encuentro con esto.. es un post absolutamente genial, se me ha puesto la piel de gallina y me he emocionado también, conocía la foto pero para nada lo que había alrededor de ella, enhorabuena porque éste es el post que me hubiera gustado escribir a mi, un besote :-)))

Dama del Castillo dijo...

Muchas gracias, Vir. Me alegro de que te haya gustado, aunque no haya sido lo que te esperabas en un principio, jeje.

Y tus post tampoco se quedan atrás, son interesantísimos y siempre me sorprendo porque nunca sé lo que voy a encontrar cuentro entro en tu casa.

Un besote.

Towanda dijo...

¡Claro que no podía seguir así!, una vez hecho el duelo hay que avanzar y no retroceder ni para darse impulso.
Muy buen relato, congratulations.

Towanda dijo...

Estaba leyendo dos post (éste y el anterior) y he comentado en lugar equivocado. Será que aún es temprano o que mi ordenador no está muy rápido.
Felicidades.
Muy buenos,

Dama del Castillo dijo...

Gracias, Towanda. Me alegro de que te hayan gustado.